Comics que merecen ser descubiertos

UTAMARO,

de Go Nagai

Cómics que merecen

ser descubiertos.

ABRIL 2017

HELLSHOCK

de Jae Lee

JUNIO 2017

Edgar Rice Burroughs’ TARZAN, The Beckoning

De Thomas Yeates

JUNIO 2017

No he terminado aún de leer el volumen que recopila la miniserie de 7 episodios Tarzan, The Beckoning (La Llamada), pero puedo ya decir que es una de las mejores historias de Tarzan que he leído jamás, ¡y eso que ni siquiera es de Edgar Rice Burroughs, el papá de la criatura!

Por supuesto Thomas Yeates, el responsable de la serie, echa mano de la mitología creada por Burroughs alrededor del personaje, pero lo hace de una forma fresca e intrigante, además de añadir sus propias ideas al conjunto, consiguiendo que nos interesemos por la historia, que encaja perfectamente tanto con el trasfondo del personaje como con ese tono épico, casi de leyenda, que el personaje tiene a estas alturas –pero que no se consigue trasmitir tan fácilmente.

Yeates demuestra ser un buen conocedor de la herencia “tarzanesca”, de hecho en la introducción comenta que fue precisamente la idea de poder trabajar con unos personajes que siempre le han fascinado lo que le animó a salir de su semiretiro del mundo del cómic. El autor se encarga aquí también de la historia, aunque es –era, ya no, después de este estupendo debut como guionista- más conocido probablemente como dibujante. Formó parte de la primera promoción de la escuela de Joe Kubert, junto a autores como Steven Bissette y Tom Veitch, de hecho fue el primero de los tres en dibujar la serie Swamp Thing antes de que Alan Moore la catapultase a la fama junto a Bissette y Tottloben .

(Pequeña digresión: no soporto que se etiquete de forma habitual esa etapa de La Cosa del Pantano como “la de Alan Moore”, cuando tanto o más importantes en ella fue el tándem formado por Bisstte-Tottloben. Ellos fueron los que le dieron su aire, su tono característico. Basta ver lo mucho que pierden los números de Moore cuando la pareja de artistas se ausenta de la serie, algo que hicieron de vez en cuando, con más frecuencia de la deseada. Fin de la digresión).

Yeates no alcanzó la fama de los anteriores entre el fandoom, (algo tienen que ver lo comentado en el paréntesis anterior, probablemente) aunque nadie le puede negar la elegancia de su dibujo, que es a la vez muy eficaz, volcado hacia la narrativa (se nota la escuela Kubert a la legua), aunque en las estupendas ilustraciones a toda página de este Tarzán, por ejemplo, se destapa como un soberbio ilustrador también.

Por lo visto a partir de 2012 comenzó a dibujar la tira de prensa de Principe Valiente, otra saga y otro personaje que le va como anillo al dedo.

Entre su obra anterior destaca, además de aquella primera etapa de Swamp Thing, una miniserie para Epic, llamada Timespirits y un par de especiales de el Zorro contra Drácula, junto a Don McGregor, ambos proyectos interesantes –y a rescatar, después de haber disfrutado de este Tarzán (hay aún otro, “The once and future Tarzan”, junto a Alan Gordon y Bo Hampton, publicado originalmente en la revista Dark Horse Presents.

“Tarzan the Beckoning” fue recuperado hace relativamente poco –es de 2016- por la editorial y ha sido, al menos para mí, que no lo conocía, una auténtica sorpresa. Y una muy grata.

Edgar Rice Burroughs’ Tarzan,

The Beckoning

Autor: Thomas Yeates

Editorial: Dark Horse

Volumen en tapa blanda; 208 páginas

Idioma: Inglés

Fecha de Publicación: 2016

Entre el aluvión de cómics que la primera Image publicó en los años 90, Hellshock llamaba la atención por el grafismo oscuro y estilizado de Jae Lee, un autor que ya había destacado en Marvel dibujando la serie de Namor iniciada por John Byrne y que, aunque este seguía guionizando, dio un giro radical con la llegada del joven artista.

Hellshock se alejaba también de la temática superheroica al uso; contaba la historia del hijo bastardo resultante de la unión entre un ángel (sí, así, como suena), y una humana (¿influenciado por el Predicador de Garth Ennis, quizá?). Este ángel, transformado en un ser malvado incapaz de soportar el castigo que su trasgresión le había acarreado, busca a la chica culpable según él de su desgracia para vengarse. El único que se opone en su camino es el hijo fruto de aquella unión, ahora un hombre ya crecido –y muy confundido- pero con ciertos poderes.

Lo cierto es que la miniserie de cuatro números, que Planeta publicó en España en forma de libro, aunque interesante en su planteamiento, era un tanto irregular. El dibujo fluctuaba entre páginas más elaboradas y otras demasiado esquemáticas, pero sobre todo el guión, del propio Jae lee, era más bien confuso, un batiburrillo de ideas e influencias que no acababan de cuajar.

Pues bien, dos o tres años después Jae Lee se desmarcó con una segunda miniserie con el mismo título pero que poco o nada tiene que ver con aquella primera. La segunda Hellshock narra el descenso de Christina, una joven interna que entra a trabajar en un centro psiquiátrico, a la locura. Es una historia donde los elementos fantásticos han sido reducidos prácticamente a cero; uno de los pacientes, Daniel, recuerda al protagonista de la miniserie anterior y aunque tiene un papel importante en la trama y se insinúa un posible “fenómeno extraño” no llegamos a saber nunca si hay algo de verdad en ello o son todo imaginaciones del paciente que contagia a su receptiva e influenciable cuidadora.

En la miniserie prima el ambiente depresivo y tétrico, en un escenario opresivo que recuerda más al Arkham Asylum de Gotham o al manicomio de la segunda temporada de American Horror, producida muchos años después. Me pregunto si habrá habido realmente alguna vez una institución tan siniestra como las que retratan los medios de entretenimiento, aunque en este caso da un poco igual porque el entorno retrata perfectamente el paisaje mental en el que se mueve nuestra protagonista. Cada vez más afectada por su día a día, y con la decisiva participación del paciente Daniel, será ella la que acabe necesitando tratamiento.

Sorprende la madurez de este segundo guión de Jae Lee en el que la historia se pone a la altura del dibujo (y del excelente color, que le da un muy apropiado tono homogéneo y apagado a la historia. Originalmente es de José Villarubia, remasterizado y completado por June Chung, la mujer de Jae Lee).

Leyendo la serie se pregunta uno cómo es que el autor no siguió escribiendo sus propias historias, aunque supongo que le resultaría más fácil –y más rentable- participar en proyectos para las grandes editoriales en las que sólo dibuja.

La serie no llegó a completarse, apareciendo sólo tres de los cuatro números programados. Quizá por eso no se publicó en nuestro país. Casi veinte años después, en 2005, se recopiló en un volumen. Para la ocasión Jae Lee dibujó aquella largo tiempo aplazada cuarta entrega, aunque leyéndola te das cuenta de que la historia ya estaba en realidad contada en los tres primeros números. Este añadido funciona más como una coda que le da un punto de esperanza a la historia, que como un verdadero final. De todas maneras, bienvenido sea si ha servido para rescatar la serie, incluso para volver sobre la primera, aunque tenga poco que ver, y sobre este autor siempre interesante. No es que se trate de una pieza imprescindible, una obra maestra del cómic, pero si es de esas historias diferentes que a veces gusta leer y que te dan que pensar.

Hellshock

Autor: Jae Lee

1º miniserie: 4 números, 1994

2º miniserie: 3 números (1997)

tomo tapa blanda (2005)

Idioma: inglés

Este tomito del maestro Go Nagai (Mazinger Z, Devilman) es una auténtica joya.

Como él mismo explica en las páginas finales, el autor, a instancias de su editor, quería hacer un manga basándose en alguna reconocida obra mundial (no sería la primera vez; muy recomendables también sus tres tomos sobre la Divina Comedia de Dante). Tras descartar obras de la talla del Hamlet o el Macbeth de Shakeaspeare, o algunas de Dickens, Nagai puso sus ojos, a instancias de su mujer, sobre un libro puede que no tan notable literariamente hablando, pero igual de mítico en el imaginario colectivo: El retrato de Dorian Gray, del siempre provocador Oscar Wilde.

Nagai, sin embargo, traslada la historia a su Japón natal. No solo eso sino que hace entrar en escena al reputado artista Utamaro Kitagawa, uno de los mejores dibujantes de ukiyo-e (grabados u estampas) que él precisamente, entre otros, ayudó a popularizar cuando sus obras llegaron a la Europa del siglo XIX. Por cierto que hubo recientemente una exposición en Málaga, pequeña pero exquisita, con fondos del museo de Bellas Artes de Bilbao, en la que se podían ver obra de Utamaro y otros artistas japoneses.

A partir de ahí, Nagai deja volar su imaginación y hace la historia suya. Quedan rastros de la historia original de Wilde en ese retrato de la cortesana de Yoshiwara, el barrio de las geishas, que realiza el dibujante y que refleja el comportamiento vil de su modelo cambiando horriblemente mientras la retratada conserva su belleza. Por lo demás, inventa un relato muy suyo y en el que por cierto desliza alguna que otra escena sensual –o directamente erótica-, algo que quizá no asociemos al autor de Mazinger Z pero que no es nada nuevo en él en realidad, si miramos su bibliografía.

La utilización de personajes reales, aunque se nota documentada, no limita para nada a Nagai, que no duda en presentar a Utamaru como un joven muy vivo con incluso habilidades de lucha como un ninja cualquiera. Lo más interesante, sin embargo, es el retrato psíquico y moral que hace de la protagonista femenina, auténtica protagonista de la historia.

Esta edición italiana de la historia es, que yo sepa, la única que nos ha llegado a occidente.La edición es de J-Pop, que también cuenta en su catálogo con la citada adaptación de la Divina Comedia de Dante en tres volúmenes, Devilman, etc