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Cómics que merecen

   ser descubiertos.

Classic Space: 1999

To Everything That Was

AGOSTO 2015

AGOSTO 2015

          

 

“En 1999 una explosión nuclear hizo que la Luna saliese despedida de su órbita…tadá!”. Así empezaba cada tarde, allá por la década de los 70, la serie de televisión Espacio 1999 (más o menos; ya se sabe  que la memoria puede ser traicionera).

Las aventuras de los habitantes  de la base lunar Alpha estaban producidas por Gerry Anderson, el responsable también de los Thunderbirds (sí, esa serie protagonizada por… muñecos) y  puede que no llegasen a alcanzar la categoría icónica de Star Trek o La guerra de las Galaxias, por citar otras sagas de ciencia-ficción, pero fueron bastante populares en su momento.

Lo suficiente para tener llegar a tener su propia serie de comics.  O en realidad, dos series, ya que hubo una colección en formato comic-book, a color y un magazine en blanco y negro –un formato tan setentero-, ambos publicados por Charlton Comics, una editorial pequeña pero, como se suele decir, matona  (de ella surgieron, entre otros, el germen de lo que serían los Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons).

Más de 30 años después Andrew E.C. Gaska y el sello Archaia-Blam ventures han rescatado los comics de Space: 1999 en un muy atractivo volumen de 300 páginas con una brillante producción y un mejor acabado (¡esa textura como de piel de serpiente del plastificado de la cubierta!)

Andrew E.C. Gaska es un enamorado de las ficciones de los 70. Ya lanzó, con la misma editorial, la novela Conspiracy of the Planet of the Apes, que se situa “entre líneas” de la primera película de El Planeta de los Simios (la de Charlton Heston) y cuenta con ilustraciones de artistas tan prestigiosos como Jim Steranko, Joe Jusko, Dave Dorman o Sanjulián.

Gaska ya  tocó el universo de Space: 1999 en un volumen anterior, Space: 1999, Aftershock and Awe, donde exploraba las consecuencias de la pérdida de su satélite para la Tierra y de aquellos que habían sido dejados atrás en la primera historia (Aftershock) y recontaba la historia del episodio piloto de la serie, Breakaway, utilizando material antiguo de los comics “remasterizado”.

Este volumen sigue la senda abierta por aquella primera historia y presenta lo más granado de las series de comics antiguas, ambas, a color y magazines, con un look totalmente nuevo.

En la portada del álbum figura la frase: “Selected Remastered Works from the Comic Archives 1975-1979”, lo que en la práctica viene a significar que no se trata de una mera  reedición de las historias. Efectivamente hay una fuerte tarea de  de edición del material original,  no solo seleccionando lo más granado del mismo y (re)coloreando las páginas y remontándolas y/o expandiéndolas en algunas ocasiones.

Para completar el efecto de modernización se han añadiendo nuevas escenas, principalmente entre un capítulo y otro. Y es que las historias se han reescrito de arriba abajo para formar un conjunto coherente con un tono y un estilo no sé si decir más maduro, pero más acorde con el espíritu original de la serie de televisión, en todo caso.

En el apartado gráfico el aficionado se va a encontrar con auténticas sorpresas como esos episodios dibujados por un primerizo John Byrne, hoy bastante cotizados en su formato original –si es que puedes encontrarlos-. El autor hizo sus pinitos precisamente en Charlton con series como ésta o Doomsday + 1 y que lo llevaron directamente a Marvel y a una meteórica carrera, pero eso es otra historia.

Tambien hay joyas de autores por aquel entonces más veteranos, como Vicente Alcázar –autor español absolutamente recomendable y a rescatar/redescubrir, muy del estilo de lo que hacían los miembros de la factoría Toutain de la época, aunque él iba por libre- ó Gray Morrow, toda una institución del comics americano, amigo de Alcázar y auténtica alma de la serie (fue el director artístico del magazine, en su momento, aparte de dibujante). De él se  rescatan también las estupendas portadas pintadas que hizo para la revista, incluyendo alguna que quedó inédita.

En definitiva, un concepto y un acercamiento a los “clásicos” diferente al habitual (“retro-reintroducción” se ha dado en llamar) y todo un regalo para los aficionados al comic en general pero muy especialmente para los que vimos la serie merendando pan con aceite y azúcar y estábamos medio enamoriscados, niños proto freakies al fín y al cabo,  de la alienígena Maya, lo más sexy en lo que a razas extraterrestres se refiere a este lado de la galaxia. Por cierto, sí, The metamorph, el episodio donde hace su primera aparición la atractiva cambiaformas, está incluido en el presente tomo, faltaría más.

 

 

Classic Space: 1999; To Everything That Was

17 x 26 cms ; Tapa blanda; 304 páginas; 

Año de publicación: 2013

Idioma: inglés.

Editorial: Archaia- Blam Ventures 

Precio:  31 € + gastos de envío

Nota: se incluye copia privada digital en DC/DVD de las series originales; formato cbr

STAR WARS

DICIEMBRE  2015

¡Ay, Star Wars!

Tengo que reconocer que tuve serias dudas a la hora de escribir una reseña sobre los tomos que se venden junto al El País cada domingo recopilando los comics que a finales de los 70-primeros 80 hizo Marvel basados en la saga galáctica de George Lucas. Después de todo esta colección no es sino uno más de los cientos de productos con los que nos están bombardeando a raíz del estreno de la nueva película de la franquicia, y Planeta Comic, el sello responsable de la edición ya ha publicado estos mismos comics varias veces en un formato similar, la última no hace tanto. Pero me lo estoy pasando pipa leyéndolos y, al final, eso es lo que cuenta.

Mis reservas iniciales no lo eran hacia los comics en sí; historietas de aventuras sin pretensiones, muy de la época y, por supuesto, aprovechando la inmensa popularidad de las películas, aunque como Roy Thomas ha recordado en alguna ocasión se contrataron los derechos  para hacer la adaptación de la película y una serie basada en ellas con historias originales incluso antes de que ésta se estrenase, cuando aún no se podía nadie imaginar el tremendo éxito que  se avecinaba, en un tiro a ciegas que le salió redondo a la editorial. El tremendo impacto de la peli permitió que la colección de comics se extendiese más allá del centenar de números más anuales, ediciones especiales, etc.

Lo que me echaba para atrás era la edición, a priori atractiva (tomos en tapa dura con un diseño  simple pero elegante), pero con algunos detalles típicos de Planeta que no me gustan demasiado, como el cortar los episodios repartiéndolos entre un volumen y el siguiente o no incluir las portadas originales de Marvel (no sé si será así en la edición americana original de la que parte, el “Star Wars, A Long Time Ago...” ). Para más inri al volumen 2 (acaba de salir el 3 cuando escribo esto),  le falta una página de historieta,  al menos al ejemplar que yo tengo. En fin, detalles odiosos para el sufrido aficionado que se deja la pasta pero sobre los que se acaba imponiendo el indiscutible encanto de la serie original.

Y es que los Star Wars de Marvel son una pura cápsula temporal que te lleva al pasado cercano sin esfuerzo alguno.  Personalmente leí los primeros números allá por 1977 cuando los publicó Bruguera  casi a la par que se estrenó la película, hace toda una vida, y luego en la penúltima  edición de Planeta, pero en esa ocasión no fui más allá de la adaptación del “Episodio IV: A New Hope”, la película original, en seis entregas, a cargo de Roy Thomas y un Howard Chaykin 8American Flagg, Black Kiss) primerizo pero reconocible en el nº 1, no así en el resto, ya que su estilo quedaba sepultado por los diferentes entintadores con los que lo emparejaron.

Los pocos números posteriores que llegué a leer en su momento los recordaba muy vagamente por lo que están siendo todo un (re) descubrimiento, muy especialmente, y por ahora, esos episodios dibujados por Carmine Infantino, un autor normalmente asociado a DC –y muy especialmente a Flash- más que a Marvel. En la primera compañía  trabajó, como dibujante y editor, durante casi toda su carrera aunque por esta época recaló en Marvel para hacer algunas series más bien secundarias, como Spider-Woman o Star-Lord.

En Star Wars está al principio entintado por el cristalino Terry Austin (sí, el célebre entintador de John Byrne en los X-men) y luego por Gene Day y Bob Wiacek, probablemente con un resultado algo menos limpio que el conseguido por Austin. En un par de episodios  infantino es sustituido por unos no demasiados inspirados Walter Simonson y Herb Trimpe. Los guiones, tras un inicial Roy Thomas corren a cargo de Archie Goodwin. No he querido investigar quienes serán  los autores futuros para mantener la sensación de sorpresa y descubrimiento en cada nueva entrega, algo que para mí es parte del encanto de hacerse con la colección.

En  aquella época, ya definitivamente enterrada,  Marvel era capaz de todo, lo mejor y lo peor... ¡estoy preparado para cualquier cosa!

Star Wars clásicos

20 Tomos tapa dura ; 26 x 17 cms;

132 páginas cada volumen

 

Editorial: Planeta  (edición de El Pais)

Idioma: castellano

Para acompañar la lectura de los comics clásicos nada mejor que la NUEVA SERIE de Star Wars (video justo encima de estas líneas), con la franquicia siendo publicada de nuevo por Marvel tras muchos años en manos de Dark Horse.

El estilo gráfico poco tiene que ver con los antiguos, no en vano han pasado más de 30 años y es que la manera de realizar los comics –color por ordenador, tipo de papel, etc- es totalmente diferente a como se hacían en los años 80. Los personajes, sin embargo, son los mismos que en la serie clásica. La acción se sitúa justo después de los acontecimientos de la primera película (el episodio IV, para entendernos) con Luke, Leia, han Solo y compañía, que lucen más parecidos a sus encarnaciones reales que nunca bajo los espectaculares lápices de John Cassaday –Planetary, Astonishing X-Men- en los seis primeros números y Stuart Immonen en los siguientes.

El guionista, Jason Aaron, introduce numerosos guiños no ya a la película original sino a toda la saga y es que claro, él tiene la ventaja de que ya están todas estrenadas y cuenta con mucha más información y un universo mucho más rico del que disponían los autores de la serie antigua.

SABRE;

PAUL GULACY &CO

AGOSTO 2016

          

 

Sabre, uno de esos comics que se disputa el título de ser la primera novela gráfica (se publicó por primera vez en 1978), reúne a dos autores quintaesenciales de finales de los años 70: Don McGregor y Paul Gulacy.

Del segundo poco se puede decir. Más conocido por su larga etapa en Shang-Chi, Master of Kung-Fu, es de los pocos autores que, partiendo un estilo casi clónico de otro artista (Steranko en su caso) ha llegado a ser tan admirado y respetado como el original. A ello influye el que la carrera del primero en los comics fuera sumamente fugaz. Muchos conocimos a Gulacy incluso antes que a Steranko.

Luego está, claro, el hecho de que, siempre exhibiendo un parecido asombroso con su modelo, Gulacy lo supo modelar haciéndolo suyo y añadiéndole características propias.

Hay otros aspectos en los que Gulacy se parece al maestro. Tras alcanzar la fama con la serie de artes marciales, probablemente el punto culminante en su carrera, poco se ha visto de él en los cómics, dedicado como estaba a trabajos más lucrativos en el campo del diseño y la ilustración. Proyectos puntuales sobre Batman o Terminator (¡incluso Conan!) y alguna que otra miniserie de Shang chi, con un valor más nostálgico que otra cosa, jalonan su carrera. Últimamente le he visto una miniserie sobre Rook, el viajero temporal lanzado en Creepy, cuyo magazine recopilando algunas de sus primeras aventuras el propio Gulacy agració con una de sus estupendas portadas pintadas en su buena época.

Entre una etapa y otra –la de autor primerizo que asombra a la afición y el veterano que vuelve al medio de vez en cuando- se sitúa este Sabre.

 

En realidad la obra es muy representativa de lo que intentaban hacer algunos autores inquietos por aquel entonces: escapar de las garras de las grandes editoriales, bajo las que se sentían encorsetados y controlar sus propias creaciones, librándose de paso de la censura impuesta al medio. La escena de sexo en esta historia viene a ser una declaración de intenciones al respecto. Y es que si hay algún autor ansioso de librarse del yugo de las grandes ése es McGregor. Podrás encontrar disertaciones sobre el tema, a veces divertidas, siempre desgarradoras, en los textos que acompañan a casi cualquiera de sus obras (muy recomendable su Detectives Inc., con Marshall Roger y Gene Colan. En la edición de IDW se incluye un extracto de un texto sobre su época en Marvel sacado de su libro The Variable Syndrome).

 

McGregor también se había hecho un nombre en  Marvel, con series como Killraven o Black Panther, pero era evidente que sus inquietudes iban más allá de escribir series mensuales por contrato. Fue uno de los pioneros del comic independiente USA, esa corriente que se situó a medias entre el underground y las editoriales “para todos los públicos”, de la que es muy representativa precisamente Eclipse, la editorial bajo la que se publicó Sabre.

La cosa tuvo éxito durante algunos años, aunque acabó enterrada bajo los problemas de la distribución y el contraataque de las editoriales de toda la vida, pero por lo menos dejaron un puñado de obras irrepetibles de una gran calidad.

¿El argumento de ésta? Uff, me siento incapaz de resumirlo, a ver quién se atreve con una historia de McGregor; mejor te la lees, aunque incluye acción, sexo, ciencia ficción futurista y no pocas reflexiones profundas que de algún modo McGregor consigue que no parezcan gratuitas y que de vez en cuando te hacen pensar de veras (algo no tan común en un comic).

Y todo ello, claro, aderezado con los estupendos dibujos en blanco y negro de Gulacy.

 

 

Eclipse sacó luego la serie en un par de comic-books a color, que son interesantes por comparar como se ve el arte de Gulacy en un formato diferente al original, y porque dieron pié a una serie estupenda –a cargo de Billy Graham, compinche de McGregor ya en Black Panther, primero y José Ortiz después- que no sobrevivió a los 14 números, según los editores  entre otras cosas por las ocurrencias anti comerciales de McGregor, como mostrar  un parto en directo.

También bajo el sello de Eclipse se publicaron los dos números de los dos especiales llamados Nighmares dibujados por Paul Gulacy. Era una práctica habitual de Eclipse sacar un par de números dedicados a algún autor en concreto; los hay de Stephen Bissette, de Frank Brunner o de John Bolton, por ejemplo.

En Nightmares, Gulacy se reúne, una vez más, con McGregor en una de las historias y con Doug Moench, su viejo colega en Master of Kung Fu, en otra. La presencia de ambos guionistas garantiza historias interesantes, aunque lo que brilla con una potencia tremenda en estos dos números es el dibujo de Gulacy, probablemente, junto con algunos números de Shang Chi, de lo mejorcito que haya hecho en el campo de los comics.

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